Hola, ¿cómo estás? Hoy vengo a contarte lo que me pasó un jueves 10.48 a.m.
No fue nada lindo y no puedo evitar recordarlo.
Siguió mis pasos, hasta encontrar su momento oportuno,
no sé bien cuánto habrá pedaleado siguiendo mi mismo camino.
Sólo sé que me alcanzó.
Se dio el momento, al comienzo no lo escuché bien,
la música en mis oídos.
Hasta que escuché sus palabras,
que tras este recuerdo nebuloso que fue formado por mis nervios,
hoy no las recuerdo exactamente.
Sé que pidió que me detuviera, sin ningún tipo de amabilidad.
Lo hice y comencé a temblar.
- Dame el celular, porque tengo un arma, y tiene silenciador. No tengo familia, asíque no me importa matarte acá.
Lo saqué rápidamente, me corrigió : "¡ Despacio ! No seas tan obvia. "
Recuerdo mis palabras "Ay no, estoy muy nerviosa."
"Ni se te ocurra llorar - dijo él - sentate ahí, y callate. "
Pasaron varias personas, y se aproximó un hombre,
quien creí, era mi salvación.
Por un momento creí que había visto el miedo en mis ojos,
y como con la mirada, le rogué ayuda.
Pero no, me equivoqué, como todos en esta sociedad,
VIO el miedo, y apuró su paso.
Mientras el monstruo me decia "Ni se te ocurra hacer nada.", mientras miraba una carpeta que llevaba en mis manos, de artística.
- ¿Cómo te llamás?. Me dijo.
- Lucía. Contesté nerviosa, obviamente mintiendo. Ni registró mi mentira, supongo que sería consecuencia de la adrenalina que tiene ese delito.
Después, sin tanto detalle, le conté que tenía 14 años y que vivía a unas cuantas cuadras del lugar, seguía mintiendo evidentemente. Siguió sin registrarlo.
- Subite a la bicicleta, tu mochila la llevo yo...
lunes
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